Sus almas son como caminantes peregrinos que siempre deben buscar a Dios. Sus pies son quienes los conducen en busca del camino de Dios. Sus manos, siempre en oración, son las que los elevan para hablar con Dios. Sus corazones son como el fuego, que hace brotar la luz de la llama, para que ella les alumbre el camino.
Por esto, queridos hijos, Yo Soy el Ave de la Paz, que viene desde el Cielo para indicarles el sendero correcto hacia Mi Hijo. Mi Inmaculado Corazón se ha entregado al mundo, para que las almas se fortalezcan en la fe y en el amor del corazón. Mi Pureza les muestra como es posible estar eternamente en Dios, como así sus vidas están aquí en la Tierra. El camino para cada uno de Mis hijos, debe ser la constante aspiración de vivir en el Corazón de Mi Hijo, quien también se ofertó en vida y en espíritu por la redención del mundo.
En Cristo se puede encontrar la fortaleza para que sus vidas se liberen de los obstáculos y ellas puedan ser permeadas por la luz victoriosa de Dios.
Quiero decirles, queridos Míos, con todo este mensaje, que sus corazones viven y vivirán más en Mi Hijo, cuando en la fe de cada corazón, puedan ver que el camino al Paraíso es posible para todos.
Para entrar en el Reino de Mi Hijo, día a día deben vivir la conversión del corazón. Y con esto quiero decir, queridos hijos, que ustedes tomen estas cinco llaves para la redención y el perdón:
1. El Ayuno hecho por amor.
2. La Caridad hacia el prójimo.
3. La Oración, como fuente de renovación.
4. La lectura del Sagrado Evangelio.
5. La Confesión con Mi Hijo.
Este ejercicio les permitirá saber, hijos Míos, en que lugar y momento está la conversión de sus corazones. Porque así, queridos Míos, cada uno de ustedes podrá mostrarse como una verdadera alma de Dios, como un digno hijo o una digna hija de Dios.
¡Es hora de reparar el corazón!
Gracias por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad.
